jueves, 29 de marzo de 2012

Instrucciones para Saltar de un Columpio


Más allá del alba, vuelan al aire los pies. Preocúpese de usted mismo ya que es el único que puede montar al columpio, no hay nadie junto a usted. Para subir, agarre firmemente las sogas con las palmas (estas últimas se tensan desde lo más alto de un árbol, allá donde ningún mocoso pueda desatarlas) y siéntese en el tablón con la espalada recta y las pompas ligeramente salidas hacia atrás. Comience dando un impulso particular desde el suelo hacia atrás, de tal forma que cuando se balancee hacia adelante estire los pies y cuando regrese los recoja como un feto, impidiendo la fricción con el aire. Inhale suavemente, no sea que pierda el equilibrio y caiga estrepitosamente y llore como un niño ahogándose en una piscina. Una vez después de idas y venidas, para saltar, lleve un sueño a la mente y cierre los ojos. No tenga miedo, sueñe con una patata azul o con esa mujer de vestido rojo la cual nunca besó. En últimas, en el vaivén de la vida, en la brisa cortante del aire, justo al borde del abismo, salte; arriésguese con las puntas alargadas, pise con ambos talones formando un ángulo recto y estire los brazos en señal de victoria. ¿Qué más que aquello? La angustia del salto, una mirada lenta y vaga a lo profundo del vacío, la destrucción del mundo previamente soñado. Abra los ojos antes de que alguien lo vea, si lo ven, vuelva a intentarlo.
Homenaje a Julio Cortázar  
Por: Juan Camilo Chaves

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